sábado, 19 de marzo de 2011

Política cultural y medios: más allá de la cultura

Autor: Mauricio Vera Sánchez (Publicado en La Crónica del Quindío el 15 de marzo) 
El asunto de las políticas públicas en cultura está atado de manera ineludible a un reto conceptual y práctico más amplio y complejo: definir qué es aquello que desde la política se denomina cultura. Asimismo, es claro que todo análisis, formulación y aplicación de políticas públicas —en cualquier ámbito— debe hacerse desde el conocimiento que los diferentes actores involucrados —tanto públicos como privados— tienen de las problemáticas a la cuales responden, precisamente, las políticas analizadas, formuladas y aplicadas.

 En el escenario de la política ha existido una tendencia históricamente marcada por entender —y hasta cierto punto restringir— a la cultura en el mero terreno de las manifestaciones artísticas, folclóricas y populares que involucran expresiones musicales, teatrales, literarias, pictóricas, entre otras. De esta manera la cultura, y por tanto su política, se ha focalizado en diseñar mecanismos de protección, conservación y patrimonialización de las expresiones autóctonas, propias de los diferentes grupos sociales que habitan el territorio en el cual se despliega y cobija la política cultural. De ello se desprende una orientación lógica de la política: si hay que proteger, también hay que promover, por lo que la cultura en ese sentido es un asunto de creadores y artistas, por un lado, y de públicos, por el otro, más no un asunto de mediaciones.

 Sin embargo en nuestro país se han excluido en las políticas públicas culturales, particularmente a nivel regional y municipal, a los medios de comunicación como actores y escenarios vitales de mediación en los cuales se entrecruzan tanto los creativos y sus producciones y contenidos culturales  como el público. Y es que la legislación sobre los medios se ha balanceado más a favor de una política en comunicación que en cultura, desconociendo que, evidentemente, todo proceso y proyecto comunicativo es en sí mismo un proceso y proyecto cultural. Comunicación y cultura entendidas así no son más que las dos caras de una misma moneda.

 De ahí la importancia de ampliar la visión sobre el papel cultural que tienen los medios de comunicación dentro del contexto de cualquier sociedad como dispositivos de mediación donde se producen y circulan no solo manifestaciones culturales de orden artístico, sino que es en ellos donde se generan los sentidos alrededor de lo que define precisamente a esa sociedad en los ordenes de lo político, económico, educativo, de la maneras de ocupar el territorio, etc.

 Y es que es a través de los medios como podemos superar la concepción de que la cultura es fundamentalmente una cuestión de arte —y de arte culto en la mayoría de los casos— folclor o entretenimiento, y entender que cultura también es la posibilidad de construir y planificar a través de la comunicación nuestros propios deseos como comunidad. De esta manera las políticas públicas en cultura no deberían depender solamente de las entidades que nominalmente son las encargadas desde el sector público, llámese Ministerio o Secretaría de Cultura, de diseñarlas y ejecutarlas, sino que deberían estar presentes de manera transversal en todas las políticas públicas en todos los ámbitos.

 Así, el desarrollo de las políticas de planeación de un barrio, o educativas de una ciudad, por ejemplo, deberían tener en cuenta los imaginarios, representaciones, opiniones, es decir, la cultura de aquel sector social que se está planificando, y que mejor lugar y mecanismo para generar y mediar el diálogo entre los ciudadanos y los líderes públicos que los medios de comunicación locales o comunitarios. De lo que se trata pues, no es tanto de la política en cultura como de la cultura en toda la política. Y es ahí donde los medios se nos presentan como una gran posibilidad de hacer de la cultura algo más allá de la misma cultura.

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